El MIT evaluó las consecuencias radiactivas que dejó la seguidilla de tormentas solares entre el 10 y el 12 de mayo, y concluyó que afectó la infraestructura de los satélites de la órbita baja, entre ellos los 21 Starlinks que envió Space, de Elon Musk.
Fue la mayor tormenta geomagnética en más de 20 años y, aparte de haber sido las auroras boreales multicolores que dibujaba en el cielo a su paso motivo de atracción para fotógrafos y avistadores del espacio, un efecto menos visible del impacto de la llegada de la radiación emitida por el sol a la Tierra fueron sus efectos sobre las operaciones de estos satélites.
El Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos emitió para el 10 de mayo del 2024 una alerta de tormenta solar, situación que se produjo por primera vez en dos décadas y que se presentaba como resultado de una serie de fuertes erupciones solares que se presentaron en el sol.
Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) evaluaron en un estudio preliminar que la tormenta representó un serio desafío para la infraestructura con la que cuentan estos dispositivos para prevenir colisiones, ya que «produjo perturbaciones grandes e impredecibles en sus trayectorias de los satélites en la orbita terrestre baja».
Los satélites en órbita terrestre baja (LEO) rodean la Tierra a una altitud relativamente baja, de unos 500-1.500 km.
Es la más utilizada para la toma de imágenes por satélite, ya que al estar cerca de la superficie permite usar una mayor resolución.
Un millón de satélites artificales
Había registrados desde el año pasado más de un millón de satélites artificiales para ir siendo lanzados, cantidad que preocupa a los científicos que recurrieron a la base de datos de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), organismo de las Naciones Unidas responsable de conceder los espacios para el uso de satélites, casi todos destinados a proporcionar servicios de internet.
Argumentan que la humanidad está creando problemas de sostenibilidad y seguridad en un espacio orbital ya de por sí saturado.
También es la órbita utilizada para la Estación Espacial Internacional (EEI), ya que es más fácil para los astronautas viajar hacia y desde ella a menor distancia.
Los satélites en esta órbita viajan a una velocidad de unos 7,8 km por segundo; un satélite tarda, en consecuencia, aproximadamente 90 minutos en dar la vuelta a la Tierra, lo que significa que la EEI viaja alrededor de la Tierra unas 16 veces al día.
Espacio orbital compartido
Ante el panorama, el sitio especializado Space.com subraya la necesidad de leyes estrictas sobre el uso del espacio orbital compartido.
La proliferación de nuevas constelaciones en órbita baja (LEO) exige límites estrictos para el mantenimiento de las estaciones, a fin de evitar un desfase indeseado de las órbitas, advierten los investigadores.
«El mantenimiento automático de estaciones, especialmente de la constelación Starlink, hizo que casi la mitad de todos los satélites activos en LEO maniobras en a la vez en respuesta a la tormenta.
La combinación del arrastre impredecible de los satélites y las maniobras masivas hicieron muy difícil o imposible identificar posibles conjunciones durante la tormenta y en los días siguientes».
Para los expertos comprender mejor cómo afectan las tormentas geomagnéticas al funcionamiento de los satélites es fundamental para mantener su seguridad y garantizar su robustez a largo plazo en LEO.
Algo fundamental considerando que son varios los servicios claves para los seres humanos que se sustentan en estos dispositivos, como la telecomunicaciones.
Las geotormentas
Una geotormenta o tormenta geomagnética es esencialmente una perturbación en el campo magnético de la Tierra que puede ser causada por la actividad solar, según explica Santiago Vargas, Ph. D. en Astrofísica del Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional.
«Una tormenta solar, que representa una emisión de materia y energía ocurrida en el Sol, puede causar fluctuaciones en la magnetósfera de la Tierra, como consecuencia de la llegada de partículas de alta energía que interactúan con las líneas del campo magnético de nuestro planeta», explica.
Como las erupciones solares son poderosas explosiones de energía, estas llamaradas y erupciones solares pueden afectar las comunicaciones por radio, las redes de energía eléctrica, las señales de navegación y representar riesgos para las naves espaciales y los astronautas.
Las tormentas geomagnéticas, según explican, pueden tener impacto en la infraestructura orbital terrestre y en la superficie de la Tierra con el potencial de interferir con las comunicaciones, la red de energía eléctrica, la navegación y las operaciones de radio y de satélites.
Pese al impacto que podrían tener sobre la vida en nuestro planeta, donde los sistemas eléctricos y las telecomunicaciones son fundamentales para el funcionamiento de las actividades económicas, médicas y sociales, en lo que sí coinciden los expertos es que no hay forma de saber con certeza cuando ocurrirán.
«Hay más probabilidad de que ocurran en los próximos meses, que el Sol se va a acercando al máximo solar, que es en un par de años. Pero más allá de eso, no se sabe cuándo va a haber una», aclara Vargas.